Me decía el otro día un conocido que no dejaba de jugar a la lotería. Afirmaba que había gente que ganaba y que si jugaba todas las semana al final la suerte lo encontraría.
Haciendo números me parece muy difícil o casi imposible. Siempre recuerdo las clases de mi profesor de matemáticas explicando en la pizarra las probabilidades de conseguirlo. Casi nulas. O el caso de los casinos donde las ganancias ocasionales al principio van llevando a perder cada vez más.
La clase de suerte que se presenta en estos juegos me parece un caso extremo pero encierra una sola verdad: si no jugamos, no toca.
Esto ocurre en muchas facetas de nuestra vida, desde los negocios a la inversión. No son juegos de azar ya que existen poderosas razones para ganar pero como veremos más adelante también nos podemos beneficiar de la fortuna a largo plazo.
Vamos allá.
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Iniciando un negocio: el caso de Scott Adams
Si iniciamos un negocio podemos recordar la historia del dibujante de la exitosa tira de cómics Dilbert, Scott Adams. Su carrera no empezó con un éxito repentino sino que se fue construyendo a fuerza de tesón y varios golpes de suerte.
El primero de ellos ocurrió cuando una importante editora se fijó en sus tiras cómicas. Eso no habría ocurrido sin que otro factor azaroso tuviera lugar y era el curioso parecido que tenía el marido de la editora con el personaje principal. Gracias a esta coincidencia se decantó por Dilbert.
Aunque había tenido ese golpe de suerte al poco tiempo descubrió que el responsable de la distribución de cómics por los periódicos más importantes del país detestaba sus dibujos. Por eso nunca se los mostraba a clientes potenciales lo que frenó su impacto inicial. Un día un infarto se llevó al agente editorial por delante. El encargado que lo sustituyó resultó ser un gran admirador de Dilbert y se propuso vender sus cómics todo lo que pudo. Hasta el último rincón del país.
Scott Adams reconoce en su libro «Cómo fracasar en casi todo y aun así triunfar» que sin estos golpes de fortuna nunca habría conseguido que Dilbert tuviera el éxito que tuvo después.
Sin duda no fue solamente eso. La constancia de su trabajo durante años fue lo que hizo que la suerte lo encontrara ahí, trabajando. Sin las horas dedicadas a dibujar y configurar su cómic durante años nunca se habría expuesto a esa buena fortuna.
Nadando con Phelps
Otro ejemplo de perseverancia con final afortunado es el del deportista con más medallas olímpicas de la historia, el nadador Michael Phelps.
Su dilatada trayectoria deportiva no fue un camino de rosas pero el tesón que demostró desde el principio fue clave para conseguir 28 medallas y numerosos récords mundiales.
La suerte lo encontró cuando empezó a nadar de niño para controlar su hiperactividad.
Si no hubiera tenido este trastorno seguramente no hubiera comenzado a nadar. No habría conseguido el éxito deportivo que consiguió ni ser una fuente de inspiración y superación para millones de personas.
En los juegos olímpicos de Sídney en 2000 y con sólo 15 años no ganó ninguna medalla pero eso no impidió que continuara batiendo récords en otras competiciones, año tras año, hasta que en los Juegos Olímpicos de Atenas 2004 consigue seis oros y dos bronces. Su carrera continua hasta sus últimas olimpiadas en 2016 en Atenas donde ganó cinco oros y una de plata.
Pero no fue todo maravillo.
Detrás de todo el oro que brillaba, Phelps tuvo que sobreponerse a la depresión que lo acosaba cada día.
Pero no tiró la toalla. La suerte lo encontró nadando.
Finalmente, supo retirarse a tiempo para dedicarle tiempo a su familia y disfrutar de la vida.
Invertir a largo plazo
Lo mismo ocurre a la hora de invertir. Si queremos conseguir buenos resultados debemos estar invertidos en todo momento, tanto cuando llueve como cuando hace sol.
Si salimos corriendo cuando el mercado empieza a bajar será muy difícil volver. Será probable que nos perdamos el rebote posterior.
La suerte nos saldrá al paso si estamos ahí.
Un caso reciente fue la inversión en el S&P500 durante los últimos mínimos de 2022 y la fuerte recuperación posterior. Un 60% de rentabilidad hasta ahora.
Suerte sí, pero gracias a controlar lo más difícil de todo, las emociones.
Si me lees desde hace tiempo ya sabes que soy un firme defensor de la estrategia del Dollar Cost Averaging Y es que esta estrategia nos permite tener a raya nuestras emociones en las situaciones más adversas. Automatizando nuestra inversión periódicamente unas veces compramos más caro y otra más barato. El precio se irá promediando.
¿Obtenemos la mejor rentabilidad posible? No, pero es que eso es realmente difícil (por no decir imposible).
Pero sin hacer nada nos llevamos una rentabilidad más que decente. Así, la constancia a la hora de invertir a largo plazo se convierte en la mejor aliada de nuestra suerte.
Conclusión
Si queremos tener suerte debemos arriesgarnos y exponernos de alguna manera. Sin riesgo no hay rentabilidad.
Esto se aplica a multitud de facetas de nuestra vida. Desde los negocios a la inversión o los deportes.
La gran ventaja del largo plazo y aplicar los sistemas adecuados como vimos en el artículo anterior es lo que nos expone más a la suerte.
Dibujar todos los días, nadar todos los días e invertir todos los días es lo que hace que la fortuna nos sea más propicia.
Un abrazo y ¡muchas suerte!
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